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ALERTA NACIONAL

Detenido «Mikel Antza», el jefe de ETA

Detenido «Mikel Antza», el jefe de ETA El responsable del «aparato político» de la banda fue capturado en Francia, junto a la sanguinaria «Anboto» y otros 19 pistoleros, en una operación antiterrorista conjunta e histórica La Policía se incautó de al menos 1.500 kilos de explosivos

Los máximos cabecillas de los «aparatos» «político» y «económico» de ETA, Miguel Albizu, «Mikel Antza», y Soledad Iparraguirre, «Anboto», fueron detenidos ayer por la Policía francesa en una operación conjunta con la Guardia Civil. Los agentes, que han desmantelado el «aparato de logística» con el descubrimiento de, al menos, cinco «zulos» con armas y explosivos y la detención de otros 19 individuos, no esperaban encontrarse, en una casa de la localidad de Salies de Bearn, a los dos dirigentes. Los investigadores contaban con información previa de que la banda hubiera podido adquirir en los últimos tiempos un misil en el mercado negro, artefacto que, al cierre de esta edición, no había sido todavía localizado.

J. M. Zuloaga / R. L. Vargas

Madrid- La operación, fruto de los datos obtenidos por el Servicio de Información de la Guardia Civil desde 2000, y que es continuación de las que permitieron la detención, el pasado 2 de abril, de Félix Esparza Luri y Félix López, «Mobutu», iba dirigida contra el «aparato de logística». De hecho, el hallazgo de cinco «zulos» y el arresto de las personas que los custodiaban era ya un gran éxito. Sin embargo, la sorpresa saltó en el caserón de Salies de Bearn, una vivienda situada en un lugar poco habitado y desde el que se podía observar cualquier movimiento en los alrededores. Albizu e Iparraguirre habían escogido este lugar para esconderse por su aparente seguridad sin apercibirse que la casa había sido utilizada por Esparza durante los seguimientos de que fue objeto por parte de la Guardia Civil (al parecer, también fue visitado por Ignacio Gracia Arregui, «Iñaki de Rentería», durante el año 2000). Un gran fallo de coordinación en el seno de ETA, uno más, que ha permitido la detención de estos dos peligrosos pistoleros. El operativo se desarrolló de manera simultánea en todos los domicilios en los que se encontraban los detenidos. Las viviendas han estado sometidas a vigilancia durante meses, hasta que la Guardia Civil ha considerado oportuno «tirar» y detener a sus inquilinos. En la misma casa que «Anboto» y «Antza» fueron arrestadas otras dos personas, dueñas de la vivienda y de nacionalidad francesa, Marise Lavie y Benoir Arricau-Cassiau. Además, otras 17 fueron capturadas en las localidades galas de Saint Pierre d´Irube, Briscous, Hendaya, Aiherre, Domezain, Urrugne, Bidarray y otra en la provincia de Burgos. Este último, un camionero identificado como Pedro María Alcantarilla, es sospechoso de haber participado en los últimos ataques contra sendas torres de alta tensión en el barrio de Behobia de Irún y en el valle oscense de Bujaruelo. Su compañera sentimental, Lourdes Urdampilleta, fue detenida en el domicilio que ambos tienen en Urrugne, a cinco kilómetros de un paso fronterizo con España. En Hendaya fue arrestado Robert Arrambide, ex concejal por parte de una candidatura denominada Biarko Hendaia, afín a Herri Batasuna. Arrambide, que residió durante diez años en un kibutz donde se casó con una oficial del Ejército israelí, era muy conocido en la localidad por su implicación en las actividades del nacionalismo vasco radical. En la vivienda, situada en la calle del Comercio, la Policía se incautó de una gran cantidad de documentación, sin que se haya precisado el contenido de la misma. En Saint Pierre d´Irube fue detenido Miguel Negrete. Al cierre de esta edición, se desconocía la identidad de los demás arrestados. La mayor parte de ellos, según explicaron fuentes de la investigación, son ciudadanos españoles o franceses residentes legalmente en este país, donde no estaban fichados. Casi todos, explicaron, eran personas que hacía «una vida normal» pero que, al mismo tiempo, se encargaban de dar cobertura en sus casas a terroristas de la banda, pues en estas viviendas se había visto entrar en ocasiones a dirigentes del «aparato logístico» de la banda o se había detectado un trasiego de cargas sospechosas. De hecho, en los registros posteriores a las detenciones se descubrieron cinco «zulos» en Ayherre, Urrugne, Saint Pierre d´Irube, Briscous y un quinto cuya ubicación se desconocía al cierre de esta edición. En los escondites, la Policía encontró 1.500 kilos de explosivo, 450 armas, incluido material pesado calificado como «armamento de guerra» por el Ministerio del Interior francés, y 40.000 cartuchos. En la casa de Urrugne, detrás de una estantería de libros, había un mecanismo que activaba una pequeña puerta construida en la pared y tapada por la librería. A través de esa puerta se accedía a un habitáculo subterráneo de unos cuarenta metros cuadrados en los que había clorato y dinamita de la marca Titadyne, granadas, pistolas, lanzagranadas y otros efectos. En Ayherre, una loja escondía 30 subfusiles UZI y otros 20 del modelo MAT, así como abundante munición, dinamita y 50.000 euros guardados en dos bidones de plástico. El tercero de los «zulos», el más importante por el tamaño y la cantidad de material que contiene, estaba escondido en la vivienda de Miguel Negrete, en Saint Pierre d'Irube. No se conoce todavía la cantidad de material almacenado en él, aunque fuentes policiales dijeron que era «muy importante», superior a la de Urrugne. El cuarto de los escondites fue descubierto en Briscous. Las fuentes consultadas manifestaron a LA RAZÓN que ETA tenía organizados los cinco «zulos» de tal manera que si uno era descubierto, el otro entrara en funcionamiento y así sucesivamente. El desmantelamiento de todos ellos deja a la banda sin esta infraestructura. La importancia del operativo de ayer se pone de manifiesto en la gran movilización de agentes que la realizó. Unos 150 policías se desplazaron al Departamento de los Pirineos Atlánticos para llevar a cabo la operación bajo la dirección de dos jueces antiterroristas de París, Laurence Le Vert y el magistrado Houyvet, que también se desplazaron a Bayona para seguir de cerca todas las actuaciones y estar presentes en los registros más significativos.

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