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ALERTA NACIONAL

Los presos etarras gozan de celdas dobles, psicólogos en euskera, horas de patio extras y ordenadores propios

Los presos etarras gozan de celdas dobles, psicólogos en euskera, horas de patio extras y ordenadores propios La directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, rechaza actuar contra los responsables que permiten los privilegios de los pistoleros Entre los tratos de favor destaca la prioridad frente al resto de tener asistencia médica inmediata cuando la piden.

Disfrutar del patio exterior más tiempo que los presos comunes, recibir asistencia médica los primeros cuando la solicitan, psicólogos especiales que les atienden en euskera, expedientes sancionadores que se pierden en el camino o disponer de dos celdas para uso personal. Son algunos de los ejemplos de los privilegios que tienen determinados presos etarras en cárceles como la de Alhaurín de la Torre (Málaga) o Valdemoro (Madrid), donde los responsables de estos centros penitenciarios permiten esta situación. A diferencia de lo que hizo en el caso de Mario Conde, la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, no ha hecho nada para hacer frente a estos comportamientos. Es la discriminación positiva hacia los etarras.

Marcos S. González

Madrid- Son varias las cárceles españolas donde los presos de la banda terrorista ETA han gozado de privilegios de los que están exentos el resto de presos comunes. Las de Alhaurín y Valdemoro son sólo dos ejemplos de las condiciones favorables que disfrutan los pistoleros que están en prisión. A diferencia del caso de Mario Conde, la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, no ha tomado ninguna medida contra los responsables de que se permitan esos privilegios. En el caso del ex banquero, Gallizo ordenó la destitución fulminante del director de la prisión en la que éste había tenido algún privilegio en el momento en el que se enteró, mientras que sigue sin saberse qué medidas va a tomar la responsable de las cárceles contra las personas que proporcionaron determinados privilegios a los etarras. El primer ejemplo lo encontramos en la cárcel de Málaga, donde el módulo de aislamiento es el número 7, que es en el que deberían estar todos los presos calificados con el primer grado, es decir, los de ETA. El resto de módulos de la prisión debería ser solamente para los presos clasificados en segundo grado y, por tanto, con la consideración de «no aislamiento». Hasta finales de 2003 la situación de los etarras en dicha penitenciaría era la siguiente: dos etarras en el módulo 6, dos en el 10, dos en el 8, uno en el 13 y dos en el módulo 4. Con esta medida, los pistoleros de ETA obtienen, entre otros privilegios, el de salir al patio exterior cuatro horas más que los presos que cumplen su condena en el módulo de aislamiento. Así, mientras que Tony Alexander King, presunto asesino de Sonia Carabantes y Rocío Waninkof, sí que cumplía condena en el módulo siete y sólo puede disfrutar de una hora de patio al día, hasta que le trasladaron, los condenados por su pertenencia o colaboración con ETA se solazan cinco horas diarias en el exterior. Por otro lado, cuando los presos de ETA en la cárcel de Alhaurín solicitan asistencia médica, siempre son los primeros en recibirla, sin necesidad de esperar el turno habitual que se produce en condiciones normales. Una situación que no ocurre con los demás presos, que se ven obligados a esperar su turno. Asimismo, los etarras tienen psicólogos especiales, que les atienden en vascuence sin que un traductor de euskera-español esté presente, con el consiguiente riesgo para la seguridad y la posibilidad de contactos entre los etarras que parece obvia. Mientras, los presos «comunes», es decir, los que no han sido condenados por terrorismo, tienen que esperar de nuevo su turno para acudir al psicólogo del centro. También se da la circunstancia de que muchos de los condenados de ETA han proferido amenazas de muerte contra numerosos funcionarios de prisiones, sin que se les juzgue de nuevo por ello y sin que se les abra ningún tipo de expediente sancionador. Los funcionarios elevan una denuncia a sus superiores jerárquicos y ésta «se pierde» por el camino. Además, se da el caso de varios internos terroristas que «coinciden» en el mismo módulo con sus compañeros de la banda. Pero la penitenciaría de Málaga no es la única que en la que los etarras gozan de privilegios. En la madrileña cárcel de Valdemoro se encuentra cumpliendo condena uno de los miembros más sanguinarios de la banda, Harriet Iragui, miembro del comando Andalucía al que se encontró culpable, entre otros asesinatos, del de Luis Portero García. Pues bien, a Iragui las autoridades llegaron a concederle el lujo de habitar en una celda unipersonal y mantener otra contigua vacía para poder estudiar filología inglesa y vasca. Además, el centro le instaló un ordenador personal para que lo pudiese utilizar él solo, mientras que los demás presos, de nuevo, tenían que solicitar su turno para acceder al aula de ordenadores de la penitenciaría. Para mayor escarnio, en este caso se da el agravante de la saturación que padecen las penitenciarías españolas y de la que ha informado este periódico en numerosas ocasiones. Los privilegios tampoco terminan con los propios presos, sino que el Gobierno vasco arropa también a sus familiares y es la propia Ertzaintza la que les escolta todos los viernes hasta un autobús que parte de Bilbao para llevarles y traerles por España para que visiten a sus familiares.

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